Pese a las derrotas ante el cine, la televisión y las nuevas tecnologías, los cultores del teatro de títeres no se rinden y apuestan por dejar un legado para la infancia del país.
Una prosa rinde homenaje a las piedras, las grietas y las huellas de un territorio indomable, donde la belleza se halla en la aspereza y en la fidelidad a lo esencial.