La ciudad de Quillacollo, integrada en la metrópoli lineal de Kanata, es un ejemplo paradigmático de cómo la ausencia de planificación y gestión urbana ha convertido un territorio con alto valor estratégico en un cuello de botella permanente.

Bolivia cumple dos siglos y, aunque el calendario lo marque como un número redondo, lo que realmente celebramos son doscientos años de lucha, esperanza y resistencia.

Durante las elecciones generales de 20 octubre de 2019, Carlos Meza candidato de Comunidad Ciudadana y la derecha fascista, apoyados por Luis Almagro -Secretario General de la OEA-, cínicamente gritaron: ¡hasta los muertos habían votado! ¡fraude monumental! y otros, para justificar su derrota empañando la victoria de Evo Morales del MAS-IPSP y dar el golpe de Estado.

Este es el deseo del Partido de los Trabajadores del presidente Lula da Silva. En una carta dirigida a Lula, el Partido de los Trabajadores (PT) exige el fin de las relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.

En Bolivia, la historia no se repite como farsa ni como tragedia: se repite como un castigo. En pleno siglo XXI, cuando el pueblo clama por dignidad, soberanía y justicia social, los fantasmas del pasado retornan envueltos en trajes de modernidad y discursos de eficiencia.

Imagina a Don Vito Corleone con corbata roja, una cuenta de X en lugar de gato persa y el código nuclear en el bolsillo: así se conduce Donald Trump en su segundo mandato.